La Periodontología en México
De los monólogos de la encía
A los diálogos del periodonto
Por Agustín Zerón*
En conmemoración al
XL Aniversario de la A.M.P.
XXV Reunión Nacional y
XIV Congreso Internacional
Corrían los años 70s cuando en nuestro país se generaban cambios en el quehacer académico obedeciendo a las necesidades de ofrecer educación superior a miles de mexicanos provenientes de todo el país y que aspiraban entrar a la máxima casa de estudios en la entonces Escuela Nacional de Odontología. La Universidad Nacional Autónoma de México en un afán de descentralización educativa homologó carreras profesionales para impartirse fuera de la tradicional Ciudad Universitaria. Fue cuando surgieron las “ENEPs” y otra cantidad de Universidades que ofrecieron también la carrera de Odontología con nombres diferentes en el titulo profesional pero con perfiles similares en la formación profesional. La UNITEC (Cirujano Dentista), la Universidad Intercontinental (Lic. En Odontología), la UAM (Lic. En Estomatología) en la zona metropolitana, etc. y una decena más de escuelas en diversos estados de la República Mexicana.
DEL PARODONTAURO A LA ERA PERIODONTOZOICA (Del parodoncista al periodoncista)
Fue en 1975 cuando tuve mi primer contacto con la “PARODONCIA”, y fue nada más y nada menos que con el Dr. Rafael Lozano Orozco, entonces coordinador de la carrera en la flamante ENEP Iztacala (hoy Facultad de Estudios Superiores). El Dr. Rafael Lozano Orozco, quien fuera un promotor del “legrado parodontal” pero aún más, el primer presidente y fundador de la ASOCIACIÓN MEXICANA DE PARODONCIA A.C. fundada en 1964 (con acta constitutiva), y fundador del primer curso de “parodoncia” a nivel de postgrado en la U.N.A.M. donde han egresado más de una centena de especialistas seguidos por la U.A.N.L.
En ese entonces se preconizaba realizar “curetajes abiertos” (con colgajos como los de R. Neumann y a veces como los de L. Widman) y “darle duro al sarro” o “pelar dientes” con el CK-6. Cortar encías cuidadosamente guiados con las pinzas marcadoras que preconizaron en 1939 A.B. Crane y H. Kaplan y las gingivoplastias como las que propusiera Henry M. Golman (1911-1991). Colocar apósitos quirúrgicos como el famoso “Wondr-pak” de Abraham W. Ward (1880-1973) o el reforzado apósito con fibras de asbesto de Olin Kirkland (1876-1969).
Prescribir “oxigenantes” como colutorios y usar limpia-pipas para suplir los casi inexistentes proxa-brush que eran armamentario obligado para el paciente operado. Y la costumbre de citar al paciente cada seis meses nos limitaba a ver como los dientes volvían a estar otra vez más sucios y las encías nuevamente inflamadas disminuyendo así las esperanzas de vida de los dientes. En ese entonces Leonard Hirschfeld y Bernard Wasserman presentaban los resultados y seguimiento de los tratamientos realizados 15 a 53 años atrás. Muchos de los casos habían sido tratados con terapia periodontal no quirúrgica por un líder de esa época: Isador Hirschfeld (1882-1965).
En esos tiempos la mayoría de los especialistas ya incluían el raspado y curetaje como armamentario terapéutico Vs. el acceso quirúrgico que de manera invasiva removían “hueso infectado o tejido necrótico” no obstante las advertencias de R. Kronfeld que con su artículo de 1935 es un de los hitos en la corriente conservadora. Los colegas que preferían hacer cirugía más innovadora realizaban un coágulo óseo como el propuesto por R. E. Robinson en 1969.
Otro hito de esta era y que daría nuevos causes a la investigación científica es el trabajo de H. Löe de 1965 con su modelo conocido como “Gingivitis experimental” donde primero se establece la salud periodontal en humanos mediante limpieza y medidas rigurosas de higiene oral, seguido por una abstinencia de higiene durante 21 días. Hoy sabemos por S. Socransky (1977) que a partir de ocho horas sin higiene oral es posible encontrar bacterias en concentraciones de 103 a 10 4 por mm2 de la superficie dentaria. En las siguientes veinticuatro horas el número de bacterias crecen exponencialmente en un factor de 100 a 1,000. Aproximadamente 6,000 millones de microbios de medio millar de especies diferentes tratan constantemente de penetrar en las encías de un paciente y atacar al soporte de los dientes… y nadie hace nada.
Poco después vino la clorhexidina introducida en Europa a finales de los años sesentas y aceptada por la FDA y la ADA como agente terapéutico hasta 1984 en los Estados Unidos.
La década de los años ochenta se enmarca con cifras provenientes de estudios epidemiológicos en diversos grupos poblacionales, pero de mayor forma los resultados comparativos de diferentes modalidades quirúrgicas y procedimientos no quirúrgicos evaluados en estudios longitudinales a largo plazo como los de S.P. Ramfjord de la Universidad de Michigan o los de I. Lindhe de la Universidad de Gotënburg que tratan de evidenciar de manera científica a través de análisis estadísticos, los resultados clínicos de las diferentes modalidades de tratamiento de la enfermedad periodontal.
Desde los años veintes se habían venido acompañando las enseñanzas de la periodoncia en conceptos etiológicos locales y generales de la enfermedad periodontal pero es en los años ochenta donde se obtiene una mayor comprensión de la respuesta de huésped ante una interacción de microorganismos específicos que viven en biofilms desde donde transmiten sus factores de virulencia.
En ese entonces ya no bastaba con abrir o cortar encías, en el limpiar raíces no se conformaba con eliminar cálculos, sino que las bases biológicas de la terapia periodontal ya contemplaban también la eliminación de endotoxinas provenientes de las paredes celulares de bacterias gram negativas que colonizaban el espacio subgingival o lo que es más; crear condiciones en la superficie radicular afectada por periodontitis para buscar una nueva inserción conectiva. El ENAP (exicisional new attachment procedure) de R. Yukna (1976) o el colgajo de Widman modificado por Ramfjord y Nissle (1974) son ejemplos representativos de la visión clínica de esos tiempos que a finales de los años ochenta no lograron demostrar con evidencia histológicas sus objetivos. EL acido cítrico, la fibronectina, la tetraciclina, son solo algunos de los muchos intentos de modificar la superficie radicular para lograr una nueva inserción.
La cirugía para nueva inserción fue por tanto solo una la adaptación de fibras colágenas y un epitelio de unión sobre una superficie radicular donde no se había formado nuevo cemento, y por lo tanto solo el efecto cicatrizal de los tejidos, que al reducir la profundidad de una bolsa periodontal aumentaban los horizontes para buscar el eslabón perdido para una regeneración no espontánea.
Pero en México no solo sufríamos por la dificultad para encontrar materiales o insumos, sino que también sufríamos por la escasa asistencia de público (léase dentistas) en las conferencias sobre estos, y otros interesantes temas que eran verdaderamente de actualidad. Algo sui generis era ver que en los congresos nacionales de la A.D.M. en esa época en la Unidad de Congresos del Centro Médico del IMSS, el auditorio más pequeño siempre era asignado a “Parodoncia”, y no se llenaba. En las sesiones mensuales de la entonces Asociación Mexicana de Parodoncia asistían unos cuantos colegas, y el grupo que fungíamos como mesa directiva; Pepe Ramírez Corte, Nora Méndez, Alejandro González Blanco y Sergio Sánchez Cordero decidimos involucrarnos en una cruzada para analizar el estado que guardaba la periodoncia con el contexto nacional.
LA PERIOSTROIKA
Era inminente que se aproximaba el final de un siglo XX, parecía que el mundo giraba más vertiginosamente en espera del tercer milenio, y los hechos lo constataban. Ya se había visto como se entibiaba una guerra fría, se demolían muros de piedra y se levantaban cortinas de hierro al igual que se removían monumentos de plazas rojas. Eran las señales que el mundo se preparaba para el cambio. Se iniciaba también la era de la PERIOSTROIKA.
La odontología al igual, se percibía que el futuro estaba cada día más cerca y que las evidencias deberían ser nuestro mejor aliado para enfrentar la resistencia del cambio. Los cambios en la odontología basados en la evidencia, sobre todo por las evidencias científicas que exigen urgentes cambios en los programas curricularres.
Fue hasta 1988 cuando logramos realizar un trabajo de investigación bajo encuestas de opinión para sondear primeramente lo que en realidad sabía el público general (los pacientes) sobre enfermedades de encías. Y una segunda parte del estudio se enfocó a la evaluación del odontólogo sobre los principios y bases para diagnosticar y tratar problemas periodontales. Los resultados fueron por más desalentadores ya que se correlacionaban con el poco interés por la salud periodontal; el paciente no sabía nada sobre enfermedad periodontal, el dentista tampoco.
El 83% de la población encuestada no se creía enfermo cuando las tendencias epidemiológicas denotan que 9 de cada 10 mexicanos padecen algún grado de enfermedades periodontales. Ningún paciente refería que el cambio de color de la encía era una manifestación de enfermedad, solo unos cuantos afirmaron que el sangrado abundante podía estar relacionado a la presencia de enfermedad.
Los dentistas no reconocieron que la placa bacteriana era la principal causa de caries y gingivitis, sabían que existía enfermedad periodontal solo cuando encontraban en sus pacientes movilidad dental y abscesos recurrentes. Y en su examen bucal de rutina solo usaban: espejo, explorador, pinzas y excavador (1X4). Menos de la mitad mencionó emplear el estudio radiográfico en el examen bucal de rutina, y muy pocos hacen referencia de usar una sonda periodontal en todos sus pacientes. Es decir, el dentista común deja de diagnosticar de rutina lesiones periodontales incipientes, debido a que en la mayoría de las escuela del país solo les enseñan a revisar al paciente con “1X4” y a lo mucho les dan un triste semestre parodoncia. ¿Parodoncia para que? Dicen.
Es por eso y a manera de un lamentable silogismo encontrarnos que entre más avanzada es la enfermedad periodontal, más fácilmente la detecta el paciente, y el dentista también.
Con el afán de continuar analizando el problema realizamos una interesante dinámica dentro de los mismos congresos de la A.D.M. (obviamente en uno de los auditorios pequeños) que titulamos: “Quien es el culpable de la enfermedad periodontal: el paciente, la placa o el dentista” para lo cual cada uno de nosotros actuaríamos como defensor de uno de los personajes, pero como fiscal de los otros dos, y el público actuaría como jurado. Cada personaje expuso sus más francos argumentos en cuanto a la evidencia existente para el inicio y progresión de una lesión periodontal donde subrayamos estos los siguientes:
“La placa son microorganismos que crecen donde el medio es propicio para su desarrollo”
“Los pacientes no se limpian bien los dientes y solo acuden cuando hay molestias”
“Los dentistas no detectan oportunamente y no informan ni enseñan adecuadamente a sus pacientes”
Al final de la ronda inquisidora el jurado (los odontólogos asistentes) deliberó y declaró como principal responsable del deterioro continuo, del daño progresivo y de la resultante pérdida de dientes a: EL DENTISTA… Guilty!
Pero no bastó con acusar y sentenciar a un culpable, ya era inminente la necesidad de alertar al gremio que algo grave estaba ocurriendo y que sería el momento de realizar un análisis más profundo para concretar los principios de un cambio.
El cambio no se refiere a una nueva imagen como quien cambia de ropaje, si no un cambio más de fondo, un cambio de actitud y una nueva visión sobre el tipo de práctica profesional que demanda nuestra inteligencia. Un cambio en el perfil del egresado que denota la aptitud y ética de un medico oral, un verdadero doctor.
Fue así como salimos de las facetas evolutivas del sacamuelas, a los tapaduelas, a los dentistas que solo ven dientes, y hasta llegar a los odontólogos que ven sistemas estomatognáticos, y a los especialistas periodontólogos que ven en la periodontología a una verdadera ciencia.
Así la Asociación Mexicana de Parodoncia A.C. en 1989 cerró un capítulo en su historia para dar paso a la Asociación Mexicana de Periodontología A.C, con una visión más nacionalista, incorporando ahora a los grupos de especialistas más importantes de los estados de la república mexicana.
LA PERIODONTOLOGÍA CONTEMPORÁNEA (La Era del periodontólogo)
A 40 años de la fundación de la primera A.M.P. hoy Asociación Mexicana de Periodontología, es ya un Colegio de Periodontólogos con una verdadera visión global, donde nos vemos inmersos en nuevas tecnologías y nuevos conceptos en la biología molecular, recientes hallazgos en la ingeniería tisular, apasionantes reencuentros con nuestro origen mitocondrial, y sobre todo, una fresca visión en nuestra responsabilidad profesional y académica.
La definición de los fenotipos celulares, la identificación de genotipos de susceptibilidad del huésped y de virulencia microbiana, al igual que la conceptualización de los biotipos periodontales y el amplio reconocimiento de las capacidades de proliferación que mantienen las células que conforman el periodonto, nos permitieron iniciar una nueva era en la periodontología contemporánea, sin ser casualidad que se desarrolle justamente en esta época postgenómica.
La regeneración de tejidos ha sido uno de los focos de atención en la terapia periodontal. La regeneración es por tanto la oportunidad de restituir lo perdido, no solo por colocar materiales inertes o pasivos en un defecto óseo, sino crear un nuevo paradigma para la regeneración celular activa basada en los principios de la biología celular y molecular.
Primeramente fue por la exclusión de la población celular con membranas no absorbibles, pero hoy más significativamente la utilización de moléculas reguladoras, que permiten emitir señales a receptores específicos de transducción celular (p38) para expresar proteínas morfogenéticas o los factores de crecimiento mitogénicos y morfogénicos. Por lo que es necesario aplicar todo el conocimiento científico para reescribir las reglas de la regeneración y configurar la bioingeniería periodontal.
El biomimetismo periodontal con proteínas derivadas de la matriz del esmalte (Emdogain), la obtención de plasma autólogo rico en factores de crecimiento o los mismos factores recombinantes derivados de plaquetas (rhPDGF-BB), la matriz resorbible de hueso sintético (β-tricalcium phosphate, β-TCP), y los péptidos de enlace (Pep-Gen-P-15) son ejemplos de la gran necesidad de mantener nuestra atención en la odontología genómica y proteómica, pero sin perder de vista las bases bioéticas, la GEN-ética.
Avances recientes en terapia génica ofrece las ventajas de liberar proteínas recombinantes a los tejidos para extender la viabilidad de los injertos, y la transferencia de genes promete ser la alternativa del tratamiento estratégico para liberar proteínas (BMPs) para la regeneración del periodonto, pero estemos atentos de lo que seguirá.
La ingeniería plástica periodontal también incorpora injertos dermo-celulares (Alloderm) y próximamente encontraremos células viables como los fibroblastos autólogos cultivados (ACF o ACS) o los sustitutos dérmicos derivados de fibroblastos (FDDS).
La Odontología en el siglo XXI ya no es solo el arte para tallar dientes, sino la ciencia para conservarlos, ¡pero no en un frasco o en una cajita! sino en donde verdaderamente valen y sirven; en la boca de los pacientes. Es por eso que debemos recordar que ningún injerto o tejido neoformado será más resistente al tejido que se perdió. Ni los implantes deberán ser la mejor opción para perder dientes, porque un diente vale más que un implante. (Aforismo 13)
A final de cuentas, La Periodontología Contemporánea forma periodontólogos y no debemos caer en corregir secuelas de manera sofisticada cuando sabemos que todas las bolsas de 7mm. o más algún día fueron de 3mm. o menos. (Mi Aforismo No. 7)
Ciudad de México D.F. a 6 de julio, 2004
Agustín Zerón* Endo-Periodontólogo www.periodontologia.com
De los monólogos de la encía
A los diálogos del periodonto
Por Agustín Zerón*
En conmemoración al
XL Aniversario de la A.M.P.
XXV Reunión Nacional y
XIV Congreso Internacional
Corrían los años 70s cuando en nuestro país se generaban cambios en el quehacer académico obedeciendo a las necesidades de ofrecer educación superior a miles de mexicanos provenientes de todo el país y que aspiraban entrar a la máxima casa de estudios en la entonces Escuela Nacional de Odontología. La Universidad Nacional Autónoma de México en un afán de descentralización educativa homologó carreras profesionales para impartirse fuera de la tradicional Ciudad Universitaria. Fue cuando surgieron las “ENEPs” y otra cantidad de Universidades que ofrecieron también la carrera de Odontología con nombres diferentes en el titulo profesional pero con perfiles similares en la formación profesional. La UNITEC (Cirujano Dentista), la Universidad Intercontinental (Lic. En Odontología), la UAM (Lic. En Estomatología) en la zona metropolitana, etc. y una decena más de escuelas en diversos estados de la República Mexicana.
DEL PARODONTAURO A LA ERA PERIODONTOZOICA (Del parodoncista al periodoncista)
Fue en 1975 cuando tuve mi primer contacto con la “PARODONCIA”, y fue nada más y nada menos que con el Dr. Rafael Lozano Orozco, entonces coordinador de la carrera en la flamante ENEP Iztacala (hoy Facultad de Estudios Superiores). El Dr. Rafael Lozano Orozco, quien fuera un promotor del “legrado parodontal” pero aún más, el primer presidente y fundador de la ASOCIACIÓN MEXICANA DE PARODONCIA A.C. fundada en 1964 (con acta constitutiva), y fundador del primer curso de “parodoncia” a nivel de postgrado en la U.N.A.M. donde han egresado más de una centena de especialistas seguidos por la U.A.N.L.
En ese entonces se preconizaba realizar “curetajes abiertos” (con colgajos como los de R. Neumann y a veces como los de L. Widman) y “darle duro al sarro” o “pelar dientes” con el CK-6. Cortar encías cuidadosamente guiados con las pinzas marcadoras que preconizaron en 1939 A.B. Crane y H. Kaplan y las gingivoplastias como las que propusiera Henry M. Golman (1911-1991). Colocar apósitos quirúrgicos como el famoso “Wondr-pak” de Abraham W. Ward (1880-1973) o el reforzado apósito con fibras de asbesto de Olin Kirkland (1876-1969).
Prescribir “oxigenantes” como colutorios y usar limpia-pipas para suplir los casi inexistentes proxa-brush que eran armamentario obligado para el paciente operado. Y la costumbre de citar al paciente cada seis meses nos limitaba a ver como los dientes volvían a estar otra vez más sucios y las encías nuevamente inflamadas disminuyendo así las esperanzas de vida de los dientes. En ese entonces Leonard Hirschfeld y Bernard Wasserman presentaban los resultados y seguimiento de los tratamientos realizados 15 a 53 años atrás. Muchos de los casos habían sido tratados con terapia periodontal no quirúrgica por un líder de esa época: Isador Hirschfeld (1882-1965).
En esos tiempos la mayoría de los especialistas ya incluían el raspado y curetaje como armamentario terapéutico Vs. el acceso quirúrgico que de manera invasiva removían “hueso infectado o tejido necrótico” no obstante las advertencias de R. Kronfeld que con su artículo de 1935 es un de los hitos en la corriente conservadora. Los colegas que preferían hacer cirugía más innovadora realizaban un coágulo óseo como el propuesto por R. E. Robinson en 1969.
Otro hito de esta era y que daría nuevos causes a la investigación científica es el trabajo de H. Löe de 1965 con su modelo conocido como “Gingivitis experimental” donde primero se establece la salud periodontal en humanos mediante limpieza y medidas rigurosas de higiene oral, seguido por una abstinencia de higiene durante 21 días. Hoy sabemos por S. Socransky (1977) que a partir de ocho horas sin higiene oral es posible encontrar bacterias en concentraciones de 103 a 10 4 por mm2 de la superficie dentaria. En las siguientes veinticuatro horas el número de bacterias crecen exponencialmente en un factor de 100 a 1,000. Aproximadamente 6,000 millones de microbios de medio millar de especies diferentes tratan constantemente de penetrar en las encías de un paciente y atacar al soporte de los dientes… y nadie hace nada.
Poco después vino la clorhexidina introducida en Europa a finales de los años sesentas y aceptada por la FDA y la ADA como agente terapéutico hasta 1984 en los Estados Unidos.
La década de los años ochenta se enmarca con cifras provenientes de estudios epidemiológicos en diversos grupos poblacionales, pero de mayor forma los resultados comparativos de diferentes modalidades quirúrgicas y procedimientos no quirúrgicos evaluados en estudios longitudinales a largo plazo como los de S.P. Ramfjord de la Universidad de Michigan o los de I. Lindhe de la Universidad de Gotënburg que tratan de evidenciar de manera científica a través de análisis estadísticos, los resultados clínicos de las diferentes modalidades de tratamiento de la enfermedad periodontal.
Desde los años veintes se habían venido acompañando las enseñanzas de la periodoncia en conceptos etiológicos locales y generales de la enfermedad periodontal pero es en los años ochenta donde se obtiene una mayor comprensión de la respuesta de huésped ante una interacción de microorganismos específicos que viven en biofilms desde donde transmiten sus factores de virulencia.
En ese entonces ya no bastaba con abrir o cortar encías, en el limpiar raíces no se conformaba con eliminar cálculos, sino que las bases biológicas de la terapia periodontal ya contemplaban también la eliminación de endotoxinas provenientes de las paredes celulares de bacterias gram negativas que colonizaban el espacio subgingival o lo que es más; crear condiciones en la superficie radicular afectada por periodontitis para buscar una nueva inserción conectiva. El ENAP (exicisional new attachment procedure) de R. Yukna (1976) o el colgajo de Widman modificado por Ramfjord y Nissle (1974) son ejemplos representativos de la visión clínica de esos tiempos que a finales de los años ochenta no lograron demostrar con evidencia histológicas sus objetivos. EL acido cítrico, la fibronectina, la tetraciclina, son solo algunos de los muchos intentos de modificar la superficie radicular para lograr una nueva inserción.
La cirugía para nueva inserción fue por tanto solo una la adaptación de fibras colágenas y un epitelio de unión sobre una superficie radicular donde no se había formado nuevo cemento, y por lo tanto solo el efecto cicatrizal de los tejidos, que al reducir la profundidad de una bolsa periodontal aumentaban los horizontes para buscar el eslabón perdido para una regeneración no espontánea.
Pero en México no solo sufríamos por la dificultad para encontrar materiales o insumos, sino que también sufríamos por la escasa asistencia de público (léase dentistas) en las conferencias sobre estos, y otros interesantes temas que eran verdaderamente de actualidad. Algo sui generis era ver que en los congresos nacionales de la A.D.M. en esa época en la Unidad de Congresos del Centro Médico del IMSS, el auditorio más pequeño siempre era asignado a “Parodoncia”, y no se llenaba. En las sesiones mensuales de la entonces Asociación Mexicana de Parodoncia asistían unos cuantos colegas, y el grupo que fungíamos como mesa directiva; Pepe Ramírez Corte, Nora Méndez, Alejandro González Blanco y Sergio Sánchez Cordero decidimos involucrarnos en una cruzada para analizar el estado que guardaba la periodoncia con el contexto nacional.
LA PERIOSTROIKA
Era inminente que se aproximaba el final de un siglo XX, parecía que el mundo giraba más vertiginosamente en espera del tercer milenio, y los hechos lo constataban. Ya se había visto como se entibiaba una guerra fría, se demolían muros de piedra y se levantaban cortinas de hierro al igual que se removían monumentos de plazas rojas. Eran las señales que el mundo se preparaba para el cambio. Se iniciaba también la era de la PERIOSTROIKA.
La odontología al igual, se percibía que el futuro estaba cada día más cerca y que las evidencias deberían ser nuestro mejor aliado para enfrentar la resistencia del cambio. Los cambios en la odontología basados en la evidencia, sobre todo por las evidencias científicas que exigen urgentes cambios en los programas curricularres.
Fue hasta 1988 cuando logramos realizar un trabajo de investigación bajo encuestas de opinión para sondear primeramente lo que en realidad sabía el público general (los pacientes) sobre enfermedades de encías. Y una segunda parte del estudio se enfocó a la evaluación del odontólogo sobre los principios y bases para diagnosticar y tratar problemas periodontales. Los resultados fueron por más desalentadores ya que se correlacionaban con el poco interés por la salud periodontal; el paciente no sabía nada sobre enfermedad periodontal, el dentista tampoco.
El 83% de la población encuestada no se creía enfermo cuando las tendencias epidemiológicas denotan que 9 de cada 10 mexicanos padecen algún grado de enfermedades periodontales. Ningún paciente refería que el cambio de color de la encía era una manifestación de enfermedad, solo unos cuantos afirmaron que el sangrado abundante podía estar relacionado a la presencia de enfermedad.
Los dentistas no reconocieron que la placa bacteriana era la principal causa de caries y gingivitis, sabían que existía enfermedad periodontal solo cuando encontraban en sus pacientes movilidad dental y abscesos recurrentes. Y en su examen bucal de rutina solo usaban: espejo, explorador, pinzas y excavador (1X4). Menos de la mitad mencionó emplear el estudio radiográfico en el examen bucal de rutina, y muy pocos hacen referencia de usar una sonda periodontal en todos sus pacientes. Es decir, el dentista común deja de diagnosticar de rutina lesiones periodontales incipientes, debido a que en la mayoría de las escuela del país solo les enseñan a revisar al paciente con “1X4” y a lo mucho les dan un triste semestre parodoncia. ¿Parodoncia para que? Dicen.
Es por eso y a manera de un lamentable silogismo encontrarnos que entre más avanzada es la enfermedad periodontal, más fácilmente la detecta el paciente, y el dentista también.
Con el afán de continuar analizando el problema realizamos una interesante dinámica dentro de los mismos congresos de la A.D.M. (obviamente en uno de los auditorios pequeños) que titulamos: “Quien es el culpable de la enfermedad periodontal: el paciente, la placa o el dentista” para lo cual cada uno de nosotros actuaríamos como defensor de uno de los personajes, pero como fiscal de los otros dos, y el público actuaría como jurado. Cada personaje expuso sus más francos argumentos en cuanto a la evidencia existente para el inicio y progresión de una lesión periodontal donde subrayamos estos los siguientes:
“La placa son microorganismos que crecen donde el medio es propicio para su desarrollo”
“Los pacientes no se limpian bien los dientes y solo acuden cuando hay molestias”
“Los dentistas no detectan oportunamente y no informan ni enseñan adecuadamente a sus pacientes”
Al final de la ronda inquisidora el jurado (los odontólogos asistentes) deliberó y declaró como principal responsable del deterioro continuo, del daño progresivo y de la resultante pérdida de dientes a: EL DENTISTA… Guilty!
Pero no bastó con acusar y sentenciar a un culpable, ya era inminente la necesidad de alertar al gremio que algo grave estaba ocurriendo y que sería el momento de realizar un análisis más profundo para concretar los principios de un cambio.
El cambio no se refiere a una nueva imagen como quien cambia de ropaje, si no un cambio más de fondo, un cambio de actitud y una nueva visión sobre el tipo de práctica profesional que demanda nuestra inteligencia. Un cambio en el perfil del egresado que denota la aptitud y ética de un medico oral, un verdadero doctor.
Fue así como salimos de las facetas evolutivas del sacamuelas, a los tapaduelas, a los dentistas que solo ven dientes, y hasta llegar a los odontólogos que ven sistemas estomatognáticos, y a los especialistas periodontólogos que ven en la periodontología a una verdadera ciencia.
Así la Asociación Mexicana de Parodoncia A.C. en 1989 cerró un capítulo en su historia para dar paso a la Asociación Mexicana de Periodontología A.C, con una visión más nacionalista, incorporando ahora a los grupos de especialistas más importantes de los estados de la república mexicana.
LA PERIODONTOLOGÍA CONTEMPORÁNEA (La Era del periodontólogo)
A 40 años de la fundación de la primera A.M.P. hoy Asociación Mexicana de Periodontología, es ya un Colegio de Periodontólogos con una verdadera visión global, donde nos vemos inmersos en nuevas tecnologías y nuevos conceptos en la biología molecular, recientes hallazgos en la ingeniería tisular, apasionantes reencuentros con nuestro origen mitocondrial, y sobre todo, una fresca visión en nuestra responsabilidad profesional y académica.
La definición de los fenotipos celulares, la identificación de genotipos de susceptibilidad del huésped y de virulencia microbiana, al igual que la conceptualización de los biotipos periodontales y el amplio reconocimiento de las capacidades de proliferación que mantienen las células que conforman el periodonto, nos permitieron iniciar una nueva era en la periodontología contemporánea, sin ser casualidad que se desarrolle justamente en esta época postgenómica.
La regeneración de tejidos ha sido uno de los focos de atención en la terapia periodontal. La regeneración es por tanto la oportunidad de restituir lo perdido, no solo por colocar materiales inertes o pasivos en un defecto óseo, sino crear un nuevo paradigma para la regeneración celular activa basada en los principios de la biología celular y molecular.
Primeramente fue por la exclusión de la población celular con membranas no absorbibles, pero hoy más significativamente la utilización de moléculas reguladoras, que permiten emitir señales a receptores específicos de transducción celular (p38) para expresar proteínas morfogenéticas o los factores de crecimiento mitogénicos y morfogénicos. Por lo que es necesario aplicar todo el conocimiento científico para reescribir las reglas de la regeneración y configurar la bioingeniería periodontal.
El biomimetismo periodontal con proteínas derivadas de la matriz del esmalte (Emdogain), la obtención de plasma autólogo rico en factores de crecimiento o los mismos factores recombinantes derivados de plaquetas (rhPDGF-BB), la matriz resorbible de hueso sintético (β-tricalcium phosphate, β-TCP), y los péptidos de enlace (Pep-Gen-P-15) son ejemplos de la gran necesidad de mantener nuestra atención en la odontología genómica y proteómica, pero sin perder de vista las bases bioéticas, la GEN-ética.
Avances recientes en terapia génica ofrece las ventajas de liberar proteínas recombinantes a los tejidos para extender la viabilidad de los injertos, y la transferencia de genes promete ser la alternativa del tratamiento estratégico para liberar proteínas (BMPs) para la regeneración del periodonto, pero estemos atentos de lo que seguirá.
La ingeniería plástica periodontal también incorpora injertos dermo-celulares (Alloderm) y próximamente encontraremos células viables como los fibroblastos autólogos cultivados (ACF o ACS) o los sustitutos dérmicos derivados de fibroblastos (FDDS).
La Odontología en el siglo XXI ya no es solo el arte para tallar dientes, sino la ciencia para conservarlos, ¡pero no en un frasco o en una cajita! sino en donde verdaderamente valen y sirven; en la boca de los pacientes. Es por eso que debemos recordar que ningún injerto o tejido neoformado será más resistente al tejido que se perdió. Ni los implantes deberán ser la mejor opción para perder dientes, porque un diente vale más que un implante. (Aforismo 13)
A final de cuentas, La Periodontología Contemporánea forma periodontólogos y no debemos caer en corregir secuelas de manera sofisticada cuando sabemos que todas las bolsas de 7mm. o más algún día fueron de 3mm. o menos. (Mi Aforismo No. 7)
Ciudad de México D.F. a 6 de julio, 2004
Agustín Zerón* Endo-Periodontólogo www.periodontologia.com
Profesor Merito Universitario (UNAM XXV Aniversario 2004)
Condecoración Merito Docente (Universidad del Ejército y Fuerza Aérea 1997)
Cum Laude Asociación Dental Mexicana (1999 )
Ex Presidente Asociación Mexicana de Periodontología (1988-1990)
Ex Presidente Asociación Dental del D.F. (1994-1996)
Ex Presidente Internacional Collage of Dentists (2001-2003)
Vicepresidente Asociación Dental Mexicana (2003-2005)
Referencias
Carranza F.A, Shklar G. History of Periodontology. 2003 Quintessence Pub.
Lodish H. Molecular Cell Biology. 4. ed. 2003 Panamericana.
Linch SE, Genco RJ. Marx RE. Tissue Engineering, Aplications in Maxilofacial Surgery and Periodontics. Quintessence Publishing Co. Inc. 1999.
Zerón A. Aforismos axiomas y postulados. Rev. ADM. Vol LVI No. 5 1999. 204-208.